Helen Rytkönen

Helen Rytkönen

Mi vuelta a las novelas románticas históricas

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En el mes de agosto volví a adentrarme en un mundo que hacía tiempo que había dejado de lado: las novela románticas históricas. Quizá fue por vivir, hace años, una época de empacho de lores, duques y marqueses, pero desde mis últimas novelas de Brenda Joyce (muy recomendables, por cierto) no me había atrapado ninguna más.

Hasta que llegaron los Bridgerton, y se abrió la veda.

La saga Bridgerton tiene la gran virtud de no ser una más dentro del subgénero. Introduce un delicioso sentido del humor que, en mi opinión, la hace mucho más atractiva y divertida que otras que he leído. Así que volví a caer, con todas las ganas del mundo.

¿Qué me pasa con las novelas románticas históricas?

Una de mis grandes reticencias con este subgénero es que parece que no existe otro momento histórico que el de Inglaterra en el siglo XVIII o XIX. Lo que más me encuentro son novelas ambientadas en ese contexto , y tanta norma social y tanto duque y conde me llega a hastiar, porque al final, todo parece lo mismo.

Yo crecí  leyendo novela romántica histórica ambientada en el medievo, en el renacimiento, en las sociedades vikingas o durante el florecimiento de Constantinopla. Esto fue gracias a una gran historiadora finlandesa, Kaari Utrio, de la cual tengo decenas de libros en casa. Ella me llevó a través de la historia de Europa dándome romance pero, a la vez, ficción histórica interesantísima.

Después ella también cayó en los siglos XVIII y XIX, aunque no en Inglaterra, sino en Finlandia. Aguanté cinco o seis libros, y no pude más.

A partir de ahí, me sumergí otras etapas como la Francia de Luis XIV, la de Carlos Estuardo, algunas novelas prehistóricas, y luego llegó la maravillosa Diana Gabaldon, con sus clanes escoceses, los páramos, los castillos y esa gran pareja que son Jamie y Claire. Eso me ayudó a desintoxicarme de los milord y sus excelencias, que ya me tenían un poco hasta el moño.

Pero este agosto, después de muchos años, he vuelto a Londres, a la reina Victoria y a Gretna Green. Y debo decir que lo he disfrutado.

Mis cinco lecturas de romántica histórica

El duque y la ladrona, de Mariah Evans

El cliché de my fair lady es uno de mis favoritos, y en este libro la autora lo trata muy bien. La química entre los protagonistas es evidente, la personalidad de la ladrona es fantástica por su inteligencia y creatividad, y el duque no resulta ser el típico noble anquilosado y antipático, sino un hombre con humanidad y sentido del humor.

Otro punto que me gustó mucho fue la descripción de los ambientes de Whitechapel, donde el aristócrata recoge a la ladrona para hacerla pasarse por su prometida y así evitar un matrimonio concertado. La autora nos sumerge en la vida de los más desfavorecidos, en los oscuros orfanatos, los empleos donde se abusaba de los niños, y la inventiva que debía tener quien quería sobrevivir en la parte menos amable de la fastuosa vida londinense.

Una novela amena, bien escrita y que deja un buen sabor de boca.

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A sir Phillip, con amor, de Julia Quinn

Tenía muchísimas ganas de leer la novela protagonizada por Eloise, mi hermana Bridgerton favorita. Siempre pensé que la suya sería una historia valiente, salvaje, trepidante, y estuve con esa expectativa hasta que entendí que no sería así. Que Eloise sería esclava de su época y que debería esperar hasta la historia de Hyacinth hasta encontrar un poco de marcha.

A pesar de esto, me gustó bastante más que otras de la saga, como la historia de Benedict, por ejemplo, o la de Colin. El cliché de hombre huraño metido en su mansión y con hijos indomables siempre resulta, y más si eres Eloise Bridgerton, y has tenido muchos hermanos con los que practicar travesuras.

Y ese fue el momentazo de la novela: cuando esos hermanos Bridgerton van a buscar a la protagonista, regalándonos esos momentos tan divertidos de humor chispeante que es santo y seña de esta saga. Solo por eso, vale la pena leer esta historia.

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El corazón de una Bridgerton, de Julia Quinn

Esta ha sido mi historia favorita entre todas las de los hermanos Bridgerton. Quizá porque Francesca siempre fue la eterna desconocida, esa viuda que siempre parecía estar en Escocia, y nunca se le dio mayor protagonismo; o porque me encanta el cliché de “estoy enamorado de la mujer de mi mejor amigo”.

La trama entre Michael y Francesca ocurre con naturalidad, con los sentimientos que cualquiera de nosotros tendría en esa situación. Ella le considera uno de sus grandes amigos, y él, tras ella enviudar, se prohíbe pensar en ella, incluso se va durante unos años de Inglaterra. Y para nada, porque a la vuelta la sigue amando con todo su corazón.  Eso hace que el retorno, y todos esos capítulos que ocurren en Escocia, sean maravillosamente románticos, de esos que se paladean como si fueran el mejor chocolate del mundo.

Y para rematar, la autora nos regala más bridgertonadas: en este caso las conversaciones de Francesca con su madre, la increíble Violet, son otra de las joyas de esta novela.

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La rosa de Hereford, de Brenna Watson

En esta novela he conocido a una de las protagonistas que más me han gustado en los últimos tiempos. Madeleine saca adelante una propiedad olvidada de su marido, un conde que la abandona al considerar que lo engañó para casarse con ella, con la fuerza y valentía de una heroína.

Se enfrenta a enfermedades, malas cosechas y terribles tormentas, pero con su ingenio y la ayuda de un anciano aristócrata consigue sacar rendimiento a las tierras y vivir holgadamente. Esta parte, la de la descripción de su vida en Hereford, me ha fascinado porque me ha permitido conocer cómo se vivía en el campo en aquel tiempo, cómo se podía sacar rédito de unas tierras olvidadas y cómo funcionaba la sociedad pueblerina donde el cura era el juez de cualquier comportamiento.

Sin embargo, y a los once años de abandonarla, ese marido corto de miras la necesita en Londres por orden expresa del rey. Y ella va. Quizá ahí es donde se me desinfló un poco toda la historia: ¿cómo una mujer tan inteligente puede siquiera dar una oportunidad a alguien que la trató tan mal?

Supongo que si no, no sería una novela romántica. El happy ending está garantizado, y al final hasta pude tolerar al marido rígido.

Pero chica, ¡yo no le habría hecho ni caso!

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Una cura para el alma, de Mariam Orazal

Decidí leer esta novela por haber sido Premio Vergara a la mejor novela romántica, y por todas las buenas reseñas que me había encontrado por el camino.

Para mí, lo absolutamente brutal de esta novela no es la historia romántica, no. Esa está bien, es intensa, pero al final es la típica de duques y plebeyas. Lo que hace fantástica esta novela es la documentación histórica y el ambiente que crea para contarnos cuál era la situación de las mujeres médicos en la Inglaterra victoriana.

Paige es una gran protagonista, apasionada de la medicina, buscadora incansable de soluciones para sus pacientes. En este caso la enfermedad que la trae por el camino de la amargura es la difteria, y la autora nos llevará al mundo de los ensayos, las vacunas, los investigadores de la época y todos los problemas que tiene una mujer en esa profesión de hombres. Se siente amenazada, menospreciada, humillada, incluso sufre violencia física por luchar por lo que quiere.

Si toda esta trama la unes a una mansión, un duque adusto con una tragedia a sus espaldas, un niño que te rompe el corazón y un amigo que te hace sonreír, tenemos una novela fantástica para pasar una tarde de interesantísima desconexión.

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Conclusión

Sí, me he reconciliado con las novelas románticas históricas. Eso sí, las dosificaré en los próximos meses, e intentaré encontrar nuevas lecturas en momentos históricos diferentes. Porque si además de vibrar con una buena historia de amor, aprendo cosas sobre las sociedades del pasado, ¡mejor que mejor!

¿Me recomiendas alguna que te haya gustado mucho mucho?

¡Hasta la próxima semana, romántica!

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5 comentarios en «Mi vuelta a las novelas románticas históricas»

  1. Comparto mi afición con los Bridgerton.

    No he sido de leer mucha romántica de la época. Me gusta viajar en el tiempo, pero no me gusta el romance en épocas pasadas. Los formalismos sociales me empachan y los Bridgerton son otra cosa.

    Que el duque de Hastings desnude a Daphne de cintura para arriba en un momento de pasión, mientras que a pocos metros hay una casa atestada de gente por estar celebrándose una fiesta, a mí me da la vida.

    Y la narrativa tan sencilla y divertida de Julia es maravillosa.

    He llegado al de Eloise, ahora debería empezar con Francesca, pero ya sabes cómo va la vida: cuando pueda respirar.

    Desde luego que han sido un superdescubrimiento, y no pienso parar hasta haberlos leído todos.

    ¡Gracias por las reseñas!

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    • ¡Gracias a ti, Bea! Para mí también los Bridgerton han sido una bocanada de aire fresco en el mundo de los formalismos y la etiqueta. Me encanta el humor chispeante de la autora. Solo me falta el último de esta saga, espero leerlo cuanto antes. Un abrazo y gracias por pasarte 🙂

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  2. Si no la has leído, te recomiendo “Te regalaré pensamientos”. Hace bastante que la leí y todavía me acuerdo de escenarios, paisajes, escenas… me encantó…

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