Helen Rytkönen

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Vampiros literarios: esos seres de sangre y romance

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Mis personajes de terror favorito son, sin duda, los vampiros. Quizá se deba a ese mundo romántico y decadente creado alrededor de ellos en la literatura, y que apela directamente a esa fascinación que sentimos por todo lo oscuro que, a la vez, es atractivo. No miento si digo que conozco a muchas que, en algún momento, han deseado que determinado vampiro entrase por su ventana y se las llevase como compañera para la eternidad. A mí me pasó con uno de mis favoritos, Lestat.

Los vampiros no eran lo que nos han vendido

El origen de estos chupasangres no tiene nada que ver con el elegante y sensual vampiro actual. En los siglos pasados, los vampiros eran seres demoníacos que formaban parte del folclore de los países. Se les achacaban muchas enfermedades, lo cual no resulta extraño dado el desconocimiento de bacterias y virus que hoy son de lo más comunes.

Hubo épocas de verdadera obsesión con los vampiros, esos no-muertos que mataban recién nacidos, ganado y podían ser culpables hasta de las cosas más inverosímiles. Curiosamente, cobraban más fuerza en momentos de plagas letales, y en todos lados de Europa se clavaban estacas en cadáveres para evitar que se levantasen a seguir esparciendo su oscuridad.

kit de matar vampiros
El kit clásico para matar vampiros

Hay muchas explicaciones científicas sobre este mito, pero para mí el origen de este temor feroz es que el hombre siempre necesita inventar algo a lo que culpar para no ser responsable de ello. Al igual que pasa con los dioses, a quienes poder encomendarse para sacar fuerzas de la flaqueza, los vampiros, hombres lobo y demás fauna paranormal existen porque se necesitaban culpables para muchos de los males que azotaban a las sociedades de la época. Es la eterna lucha entre el bien y el mal, la luz y la oscuridad, los ángeles y los demonios.

No obstante, gracias a todo ese horror folclórico tenemos a estos seres que han amenizado y aterrorizado a lectores durante ya varios siglos.

Vampiros clásicos versus vampiros actuales

De pequeña, el conde Drácula tenía la cara de Bela Lugosi o Christopher Lee. Pelo oscuro peinado hacia detrás, palidez cadavérica, labios teñidos de sangre, la capa negra forrada de seda roja… El vampiro clásico, ese que se desintegra con la luz del sol, no soporta el ajo y los crucifijos, y que mora en el gran castillo de Transilvania.

vampiro clasico
El vampiro de capa negra y roja

De adolescente, ese vampiro siguió vistiendo ropajes suntuosos pero empezaba a dejar atrás mitos de las novelas clásicas. Con Anne Rice la figura del vampiro comenzó a cambiar y a evolucionar, hasta traerlos a la época actual e incluso hacerlos estrellas de rock.

Las novelas juveniles de Crepúsculo dieron la vuelta de nuevo a este personaje: los vampiros caminaban ya a la luz del día, existían vampiros vegetarianos, y los crucifijos y el ajo no les disgustaban como en el siglo XIX. Los vampiros actuales, todos los creados en estos últimos años, visten vaqueros y ya no tienen ataúdes como camas nocturnas.

Hoy en día, los vampiros ya no son terroríficos. Al contrario, incluso deseas ser parte de ellos. Molan y aunque haya sangre, es hasta elegante.

El romance y la sangre

Una característica que suele tener una buena historia de vampiros es que hay salseo por medio. Siempre hay alguien que se parece a un amante del pasado y hay que conquistarlo, o hay que vengar la muerte del ser amado, o el vampiro se enamora de la humana o del humano. Así, perdonamos el horror y la sangre, porque claro, el pobre vampiro lo ha hecho todo por amor. Incluso Lestat, que era un vampiro de lo más independiente y provocador, sucumbe a las flechas de Cupido.

Y esa es una de las claves que explican el enganche que tienen los vampiros: son los chicos malos de la película, los terroríficos, los sanguinarios, pero su (¿)corazón(?) se deja atrapar por alguien y eso les da la excusa perfecta para arrasar el mundo y conseguir a su amada. Ese cliché del malote es muy potente, y aunque en las versiones clásicas siempre sale mal parado, hoy en día el vampiro es redimido y ya no es el monstruo temido por todos.

vampiro erotismo
La pulsión sexual como parte del mordisco

Sin embargo, no sería una buena historia de vampiros si no hubiese sangre. Pero ya no se relatan mordeduras como las de una bestia, de esas que arrancan medio pescuezo. No, y reconozco que me encanta esa nueva corriente de asociar el mordisco de un vampiro y la succión de la sangre con el erotismo. El vampiro muerde y aunque a la víctima le duela, ese dolor es rápidamente sustituido por el placer. Latidos, tensión, sangre que corre más rápido, gemidos… ¿Hay alguna excusa para no querer que te muerda un vampiro? Con esto, ¡yo creo que no!

Tres vampiros que marcaron época

Una vampira clásica: Carmilla

He elegido como representante del vampirismo clásico a Carmilla, de Sheridan Le Fanu. Esta maravillosa novela corta fue escrita en 1872, bastantes años antes de Drácula, y por eso la tomo como la precursora de lo que luego fue el gran éxito de Stoker.

carmilla vampiros

La historia de Carmilla cumple con todas las premisas del terror gótico: una hermosa y enigmática mujer llega a la casa de una joven y su padre, y poco a poco esta joven comienza a languidecer sin motivo alguno. Carmilla es descrita como alguien de gran belleza, gracia y encanto, pero que deja entrever también esa oscuridad que intenta ocultar. La novela cuida mucho la ambientación, que actúa casi de protagonista con las descripciones tan detalladas que te hacen creer que estás allí, paseando en los jardines bajo la luna llena.

¿Y dónde está el romance? Sí, lo hay, aunque sea sutil y unidireccional. Los sentimientos de Carmilla hacia Laura son de amor apasionado, obsesionado, de amante que desea y sufre a la vez. Me sorprendió positivamente el planteamiento de esta relación en la literatura de la época, relación que se intenta camuflar de amistad pero que en el fondo late y anhela, siempre detrás de la sonrisa blanca y afilada de Carmilla.

Lestat, el vampiro irreverente

Todos odiamos a Lestat de Lioncourt en Entrevista con el vampiro. Era malo, retorcido y sumamente egoísta, mientras que Louis era el alma cándida receptor de todas esas injusticias. Ojalá no te hayas quedado en esa novela, porque te habrías perdido lo realmente bueno, la historia de mon cher Lestat.

lestat el vampiro

Lestat viaja por los diferentes siglos haciendo exactamente lo que le da la gana, preguntando lo que le apetece y metiéndose en mil follones de los que (casi) siempre sale airoso. Nos lleva a la Auvernia y sus manadas de lobos, a París en diferentes épocas históricas bulliciosas, a una luminosa isla del mediterráneo, a la América actual y a Nueva Orleáns, esa ciudad de belleza decadente y que, desde que leí a Rice, necesito conocer.

Es un personaje que enamora: un vampiro fuerte, con un humor chispeante y que sabe salir de todos los atolladeros, aunque siempre no con el mismo éxito. Se entierra durante años para luego resurgir como estrella del rock, crea una comunidad de vampiros muy diferentes, todos orbitando siempre a su alrededor, y es capaz de despertar a los padres primigenios y beber de su sangre poderosa.

No te arrepentirás de leer su historia, sobre todo Lestat el vampiro y La reina de los condenados. A partir de ahí, ya solo si eres muy fan.

Los que no podían faltar: los Cullen y demás aquelarres

Si hablamos de vampiros actuales, está claro que no podemos obviar a san Edward Cullen y sus vampiros vegetarianos. Reconozco que las novelas me tuvieron abducidas durante una buena época, y cuando desperté de mi ensoñación, fui capaz de ver por qué esta historia me atrapó de tal manera.

Primero, por el giro que la autora da a los vampiros clásicos. Fue un acercamiento muy novedoso al mito, y la creación de todo aquel mundo de diferentes aquelarres y los Vulturi acechando desde Italia se ganó a mi vena de lectora de fantasía.

Segundo, por el romance entre Bella y Edward, que aunque ninguno de los dos sea un personaje con grandes dimensiones de personalidad, tiene ese algo que funciona, que te hace suspirar y vibrar por dentro.

Y tercero, porque la autora sabe calentar la trama hasta llegar a ese último libro donde tenemos a una Bella de grandes poderes y un apocalíptico enfrentamiento con los Vulturi. Los anteriores libros te van llevando, a veces en tramas que no añaden demasiado a la historia, hacia ese clímax, y solo por eso merecen la pena. De hecho, Amanecer es el libro de la saga que más he releído, y no descarto hacerlo de nuevo en el futuro.

amanecer vampiros

Eso sí, en las películas me quedo con el lobito Black. Sorry not sorry, je je.

La conclusión vampírica

Aparte de las que he citado, hay miles de novelas de temática vampírica que tengo en mi lista de pendientes. Eso sí, que tengan una buena dosis de romance, por favor. Recuerdo que leí La historiadora, de Elizabeth Kostova, y tuve pesadillas durante semanas, tal fue la sugestión de esa fantástica novela. Así que prefiero leer sobre mordidas sensuales y seguir soñando con que Lestat venga a hacer de mí su compañera oscura y aventurera. Y es que, amiga, la esperanza es lo último que se pierde.

Hasta aquí el post de hoy, romántica. ¡Lee muchas historias de amor y nos vemos la próxima semana!

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