Tras años de ser una ávida lectora de historias románticas, tengo detectados unos cuantos giros que, cuando me tropiezo con ellos en una novela, me hacen suspirar y preguntarme si seguir leyendo. Son recursos muy usados por nosotras las escritoras, y probablemente haya tramas donde queden bien, pero para mí deslucen mucho una buena historia y la hacen poco creíble.
Son de esos giros que cuando los lees, quieres decirle a la protagonista «no, chica, no hagas eso». O más bien a la autora. A veces parecen recursos que se utilizan cuando no se sabe cómo encauzar la historia, o cómo terminarla. Para mí, no enriquecen la novela, y aunque he estado tentada a utilizar alguna de ese tipo (como el de que dos personajes al final terminasen siendo el mismo, lo cual hubiese hecho muy poco creíble la trama), debo decir que todavía no he sucumbido a ello.
¡Y te doy la libertad y potestad de tirarme de las orejas si lo hago!
Así que hoy te presentaré esos cinco giros a los que no se debería recurrir si quieres construir una buena historia romántica. Y, sobre todo, si quieres hacer que las lectoras disfrutemos.
1. La protagonista femenina se sacrifica por su amado y no piensa en ella misma
¿En serio? ¿Vas a volver con el malo para que el amor de tu vida pueda seguir su vida a salvo? ¿Crees que eso en la vida real pasa, o que se resolvería así?
Yo creo que no. En la realidad, habría un enfrentamiento y se solucionaría el tema hablando o, quizá, con una discusión de las fuertes. Ella sería valiente y apostaría por su amor, y entre los dos, prepararían un plan para ganar al malo. Pero eso de «vuelvo con mi ex para que no le haga daño a la persona que realmente quiero» me parece muy poco creíble. ¿No piensas que el malo sospecharía? ¿O que tu querido no se te plantaría ante ti para entender por qué estás haciendo lo que estás haciendo? ¿No te perseguiría hasta obtener una respuesta satisfactoria?
Con esto, la protagonista es la abnegada sufridora que se merece todo en la vida y más, no en vano ha puesto la felicidad del otro por delante de la suya. ¿De verdad que esto tiene sentido hoy en día? ¿Más protagonistas resignadas, sin amor propio?
Este giro siempre me hace resoplar, porque me parece una forma de resolver las tramas muy facilona. Mejor regálanos una buena escena de lucha, de discusión a tres, una escapada juntos, lo que sea menos eso.
2. El giro de «adelgazo y ahora todo me va bien»
Este es uno de los que particularmente me enerva. La protagonista sufre el gran desengaño, y entones se corta el pelo, adelgaza y de pronto es un bombón de los de revista. Del cual el protagonista, por supuesto, se enamora todavía más cuando la vuelve a ver.
¿Realmente hace falta esto? ¿No se puede ser feliz sin pasar por el restyling físico?
Tengo que confesar que me encantaban las películas de mi adolescencia en las que la chica fea enamoraba al guaperas del instituto y luego, en el baile de graduación, aparece la mar de guapa para que él se muera por sus huesos. Pero eso se quedó allí, en ese momento teenager de inseguridad, personalidades aún no definidas y frivolidad extrema. No en historias de mujeres que ya han pasado esa etapa (o eso creo).
Sin embargo, a veces descubro historias donde este giro se trata bien. Hay una novela de los ochenta, «Scruples», de Judith Krantz, donde la protagonista, Billy Winthrop, lleva a cabo esta transformación y parece que a partir de ahí su vida se vuelve exitosa. Pero la evolución de capullo a mariposa la hace ella, casi sin querer, durante un año en París. Se descubre a sí misma, su sentido innato del estilo, sus ganas de comerse el mundo, y poco a poco va encontrando sus fortalezas internas mientras recorre la ciudad en interminables caminatas.
Y todo esto, sin el catalizador de un amor. Se trata de crecer, de evolucionar, de querer gustarse a sí misma, no a otros por encima de ti.
3. Cuando ella decide seguir en la relación tóxica
Este giro me mata, debo decirlo desde ya. Imagínate: te presentan al típico protagonista masculino controlador, odioso, manipulador y, por supuesto, con alguna tara en su pasado. Y ella, la dulce damisela de ojos de gacela y cuerpo de atleta, es capaz de hacerle confiar en su inocencia y que se apacigüen sus demonios. ¿Y qué pasa con ella? ¿Tendrá que seguir aguantando forever la soberana tontería que tiene encima este protagonista?
La toxicidad en una relación no es algo baladí. Es un tema muy complicado y delicado que no se debería tratar con frivolidad. Y, muchas veces, nos encontramos con historias que son así. Ellas al final permanecen al lado de ese hombre poderoso-ejecutivo-obsesodelcontrol que le da los mejores orgasmos de su vida. Eso, querida mía, se llama sumisión, dejar de ser tú misma para ser la prolongación de otro. Y si en una historia te parece bien, pregúntate si querrías eso para una hija tuya.
Tengo muy claro que es responsabilidad de quienes creamos las historias no normalizar este tipo de actitudes ni tramas. Pero a pesar de eso, siguen escribiéndose. No tanto como hace unos años, pero haberlas, haylas, como las meigas.
4. Cuando la historia no da más de sí
Hay veces en las que la trama se fuerza para acabar con el típico happy ending de novela romántica. No sé si el autor o autora se habrá preguntado qué habría pasado si no hubiese estirado tanto el chicle. Y es que, a veces, hay historias en las que los protagonistas hubiesen estado mejor por separado, porque su oportunidad ya pasó.
Entiendo que el final feliz sea algo obligatorio en romántica, sí. Pero no siempre tiene por qué ser de esa forma. Imagínate cómo habría sido «Lo que el viento se llevó» si, al final, Rhett hubiese abrazado y dado otra oportunidad a nuestra egocéntrica Scarlett. ¿Habría tenido sentido? Ninguno. La relación estaba ya muy desgastada y rota por tantos malentendidos y por la obsesión de Scarlett por Ashley, que eso no había quien lo arreglase.
Pues a veces pasa que no se tiene esa sabia perspectiva de la que hizo gala Margaret Mitchell, y se acaban las novelas con finales como pegotes, raros, a destiempo, y que dejan a las lectoras una desagradable sensación en la boca del estómago.
5. De los típicos giros en novela romántica: «nos encontramos en un lugar»
Debo reconocer que cuando una novela termina con un «si me quieres, nos veremos en la ribera del Sena/en la torre Eiffel/donde nos conocimos», tengo ganas de dársela de comer a mis perros (que probablemente la morderían y la enterrarían como haría cualquier chucho sano).
Me parece la forma más fácil de terminar un libro; para mí es como si no se le hubiera dedicado tiempo a darle un buen desenlace al libro. El final debe satisfacer a la lectora, hay que escribirlo con calidez, con cariño, con una resolución que vaya acorde al desarrollo de la historia. Pero parece que se ha convertido en un giro muy utilizado sin pensar en si va bien o no.
Y, querida romántica, déjame decirte que ese final solo fue bueno en «Algo para recordar», con la famosa escena en el Empire State, o en la película original, «Tú y yo».
Conclusión
Sí, el mundo romántica está lleno de clichés. Eso es una realidad. Y no pasa nada: los clichés son maravillosos si se tratan de forma correcta. Pero cuando se fuerzan las cosas o se recurren a lugares comunes para resolver un conflicto de la trama o para su desenlace, entonces no está tan bien. A las lectoras de romántica nos encanta saber que, a pesar de todos los requiebros, vamos a tener nuestro final feliz. Pero por favor, cuéntanoslo con coherencia, siendo responsable con el mensaje que das. No metas giros que no se los creería nadie, o recurras a los de siempre para resolver una situación que se te ha encasquillado.
2 comentarios en «Los 5 giros en novela romántica que no me ponen en absoluto»
Personalmente odio el de “Estoy embarazada”… me pone de una mala leche…. Qué pasa, que en la novela romántica no funciona el control de natalidad?? Además que es un giro que suele llevar a situaciones forzadas, él vuelve con ella por el bebé o ella desaparece por el bebé sin decirle nada al padre…. Me enerva!!
Ay, sí, ese también me pone de los nervios, ¡gracias por recordármelo! Cuando aparece, me dan ganas de dejar el libro, es superprevisible lo que va a pasar. Y lo de que ella desaparece con el bebé sin decirle nada al padre me parece tan irreal… Pues mira, con este son seis los giros que no me gustan jeje. ¡Muchísimas gracias por comentar y que tengas un feliz domingo!