Mi infancia siempre estará ligada al libro Mujercitas y todas las novelas que conformaron el universo de Jo y sus hermanas. Me recuerdo a mí misma leyéndolas una y otra vez, en unas ediciones bastante viejas que me enviaron mis tíos de Finlandia, y la felicidad cuando en mis cumpleaños las iba renovando por las ediciones que aún conservo en mi estantería.
El primer libro lo recibí con nueve años, y a partir de ahí no solo Jo, Meg, Beth y Amy fueron mis compañeras de letras, sino también Polly, Ana, Rose o Emily de la Luna Nueva. Eran novelas de las bonitas, de romances limpios, descripciones de usos y costumbres de la época, y con moralejas, valores y mucha mucha humanidad.
Perfectas para mi edad, y también para sembrar las primeras semillas de romance en mi corazón, con el silbido de Teddy o el personaje de antihéroe del profesor Bhaer (en el fondo siempre fui un poco #teamLaurie).
Hoy quisiera llevarte de viaje a estos mundos suaves y de elegantes maneras, pero donde, a pesar de todo, las desgracias y las alegrías existen igual que hoy en día. ¿Te vienes, romántica?
Louisa May Alcott y su libro Mujercitas
Dicen que el personaje de Jo, la rebelde aspirante a escritora, estaba basado en la propia Louisa. De hecho, antes de lanzar Mujercitas, tuve que escribir con seudónimo, y fue con esta novela con la que luchó por buscar su hueco en el universo literario tan masculino de la época.
Debo reconocer que de toda la saga Mujercitas, conformado por la primera (que es la que le da nombre), Aquellas mujercitas, Hombrecitos y Los muchachos de Jo, soy más fan de las novelas donde los protagonistas son adultos. Sí, lo sé, esto va en contra de todos los cánones, pero qué le voy a hacer. Soy más de emociones de mayores que de peripecias de chiquillos, aunque Hombrecitos es una delicia absoluta (cuenta la historia del colegio que Jo y el profesor Bhaer fundan para niños).
En Aquellas mujercitas nos encontramos a nuestros personajes más creciditos, y ahí empieza el drama: el rechazo de Jo a Laurie, el destino de Beth, la experiencia de Jo como escritora y mujer independiente, y conoceremos al profesor Bhaer (interpretado por actores más que interesantes en las películas, todo sea dicho).
En Los muchachos de Jo, aparecen los protagonistas iniciales en segundo plano, y se cuentan las historias de los chicos y chicas del colegio de Jo, sus amores y sus destinos. Destacar las historias de Nate y Dan, tan humanas y reales que eran las que me emocionaban hasta las lágrimas durante su lectura.
Vale la pena léerselos todos, disfrutándolos y paladeándolos, porque tienen un no sé qué que las hacen brillantes, únicas y recomendables para niños y grandes.
Otras novelas preciosas de Alcott
Es curioso, pero lo primero que leí de Alcott no fue Mujercitas, sino una historia muy bonita llamada Una chica anticuada. Este libro relata la historia de Polly, una joven humilde que, en la primera parte de libro, visita a su amiga Fanny, bien situada económicamente, y en la segunda parte del libro, relata cómo evolucionan sus vidas en paralelo cuando son mayores.
Es fascinante entender las diferencias de clases desde el punto de vista de una adolescente, y luego ver cómo se materializan al ser adultos. La novela ocurre en la segunda mitad del siglo XIX, y es una inmersión en cómo se manejaba la sociedad americana de la época, con la entrada de la revolución industrial y del movimiento de los jóvenes que se iban al Oeste a hacer su fortuna.
Aparte de esto, hay una historia de amor preciosa, pero lo mejor es disfrutar de la maravillosa bondad de Polly con todo su entorno, y cómo la escritora desarrolla esta cualidad de la protagonista sin resultar pedante.
Para finalizar con nuestra Louisa, mencionar la bilogía de los Ocho primos, compuesta por la novela de este mismo nombre y luego una segunda parte, Rosa en flor (o La juventud de los ocho primos, depende de la traducción). El elemento central es la niña Rose, que llega de nuevo al hogar familiar donde ocho primos, cada cual más diferente, la esperan para darle su cariño y meterla de nuevo en sus vidas.
El primer libro está lleno de historietas infantiles, pero se van desentrañando los caracteres de todos los primos, mezclándolo con algunos argumentos de los adultos que les rodean. Y la segunda parte (mi favorita), relata la historia de todos ellos de mayores, centrándose en los amores que se han venido gestando desde pequeños. Maravillosa la historia a tres de Charlie, Mac y Rose, pero también la de Archie y Febe, donde la autora vuelve a destripar la sociedad de la época para revelar sus hipocresías y costumbres arcaicas.
La otra gran protagonista de mi infancia: Lucy Maud Montgomery
Seguro que si te digo que es la creadora de Ana de las Tejas Verdes, ahora sí te suena, ¿verdad?
Mi infancia no habría sido la misma sin las trenzas rojas de Ana, su amiga Diana, la historia con Gilbert y luego las novelas de sus hijos. Sí, las tengo todas, y mis favoritas son Ana, la de la Isla, y Rilla, la de Ingleside.
El hándicap que tenía a la hora de recibir todas estas novelas de Finlandia, era que muchas veces no me las enviaban en orden. Así que de las novelas de Ana, fue la de la Isla la primera que leí, aquella en la que la joven se muda a Redmond a estudiar, y quizá por eso se quedase en mi corazón. Cuántas veces quise poder entrar en aquella casa donde Ana vivía con sus amigas, y donde los perros Gog y Magog guardaban la chimenea, uno a cada lado.
Del resto de novelas de Ana, la siguiente que más he releído es el de la historia de Rilla, la hija de Ana. Situada en la época de la Primera Guerra Mundial, siempre he adorado la evolución de la chica mimada y egocéntrica a una mujer práctica, solidaria y a la que siempre le pasa de todo. Y ah… la historia con Ken alimentó mi romanticismo durante esos años de pre adolescencia, y el destino de Walter me hizo llorar mares cada vez que llegaba a esa parte de la novela.
Otra saga de Montgomery que fue importante como lectura de cabecera, fue la de Emily de la Luna Nueva. Es una protagonista muy diferente a Ana, mucho más sensible, escritora de vocación, etérea y misteriosa, pero su historia desde que llega a la Luna Nueva, al frío mundo de la tía Elizabeth, hasta el desenlace final, me cautivó de igual forma.
Además, Emily tenía ese punto algo sobrenatural que siempre me gusta ver en las historias, con esas visiones que la asaltaban de vez en cuando, y que tienen mucha importancia en la trama de la novela. También mencionar un personaje secundario genial, su amiga Ilse, tan diferente de ella pero con un humor fantástico, y su gran amigo Perry, protagonista de una historia de tesón y esfuerzo para conseguir sus objetivos en la vida.
Por solo ponerle un pero, y a sabiendas que algunas lectoras me puedan asesinar, nunca entendí al protagonista, a Teddy. Me gustaba más el jorobado Dean Priest, mucho más interesante (y seguro que mejor en la cama, con esa sonrisa diabólica y su experiencia en la vida). Pero claro, el perfecto y elegante Teddy solo tenía que silbar y ya Emily corría a su encuentro al bosque. Ay, Emily, qué pena no haberte podido decir un par de cositas así de amiga. ¿A ti te pasaba lo mismo?
Hasta aquí el post de hoy, romántica. ¿Tú también leías a estas autoras? ¿Alguna que te haya marcado especialmente? Me encantará leerte en comentarios.
Ah, y recuerda: el 20 de abril sale a la venta mi novela Los susurros del calor, de la mano de Zafiro (Planeta). ¡Tengo muchas ganas de presentarte esta historia familiar sobre una mujer fuerte que, de pronto, tiene que volver a construir su vida!
2 comentarios en «¿Qué leer más allá del libro Mujercitas? Entre Alcott y Montgomery»
Yo también de nena era súper fan de Mujercitas, de Jo, claro, como no… me leí varias veces estos tres que mencionas en el post… Y otras lecturas, me chiflaban los recopilatorios de cuentos de hadas y de cuentos tradicionales, ya se me notaba la vena de cuentista! 😅
¡Gracias por pasarte por el blog! Las lecturas de la infancia son importantes y forman nuestra base como lectoras, y leer novelas como estas creo que es importante. Yo me muero de ganas de que mis hijos puedan leerlas (aunque primero tienen que aprender a leer, jeje).