Helen Rytkönen

Helen Rytkönen

¿Por qué no hay más protagonistas imperfectas en novela romántica?

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Reconozco que me pueden las protagonistas imperfectas, esas que no cumplen los cánones establecidos y a las que hay que conocer mejor para entender sus motivaciones. Suelen desarrollar historias interesantes, llenas de emociones y de superación. Pero ¿es lo común en el mundo de la novela romántica?

Creo que no. Las protagonistas habituales viven vidas normales las cuales ven sacudidas por algún conflicto en potencia: esa suele ser la historia estándar. Son chicas agradables, que te caen bien desde el principio, normalmente monas y simpáticas, con las que empatizas sin problema y que te llevan al huerto sin despeinarse.

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Esas protagonistas bonitas, dulces y agradables, que siempre te caerán bien. ¿O no?

¿Y si la protagonista es una mujer fría y antipática? De las de verdad, de las que no lo utilizan como una pose para enfrentarse a la vida. ¿O una floja que va de víctima y que te dan ganas de sentarte con ella y hablarle sin paños calientes? Y si vamos por el lado más frívolo, ¿has leído una novela romántica donde la protagonista no tenga algún encanto físico (aunque sea uno)?

Hoy quisiera abrir el debate sobre qué tipo de protagonistas nos gusta encontrarnos cuando cogemos una novela romántica en la mano, y si de verdad disfrutamos con personajes menos afines a las reglas establecidas.

Protagonistas imperfectas tipo 1: malas, frías y antipáticas

Este tipo de protas son mis favoritas. Me parecen personajes deliciosos, reales y con mucho que aportar. Pero reconozco que no son las más populares del instituto en romántica, y que no suelen ser tónica general en los libros del género.

Una protagonista así me gana cuando tiene bien dibujado su arco narrativo y su historia tiene coherencia. De nada me sirve una protagonista borde si luego, a medio libro, le pasa algo catártico y se vuelve una mezcla entre Gusiluz y los osos amorosos. Eso no es real: esa protagonista podrá evolucionar y quizá suavizar determinados aspectos de su cáracter, pero no mutar totalmente su esencia.

Mi querida Scarlett O’Hara es de estas protagonistas. Egoísta, egocéntrica, envidiosa… pero tan humana, tenaz, perseverante y bien escrita que no se le puede encontrar ningún pero. Ya he hablado de ella en esta entrada de blog, pero siempre estará en mi podio de protas favoritas por dejar tan al descubierto sus miserias que, justamente, la hacen muy grande.

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La historia de Nate y Esme, preciosa y muy recomendable

Otra fantástica mujer fría es Esmeralda, de Y que te quedes (Cherry Chic). Serena, imperturbable, que se siente fuera de onda entre sus hermanos explosivos, y a la que llaman Tempanito sin cortarse un pelo y sin darse cuenta de que la hacen sentir mal. O Victoria, de Te lo dije (Meghan Maxwell) y que comentamos en la última entrada de blog: otro ejemplo más de mujer borde y antipática (aunque en este caso todo su personaje se suaviza con toques de humor).

Para finalizar, no puedo dejar de nombrar a Amber St Clare, de Por siempre Ámbar (Kathleen Winsor). Es una protagonista oportunista, aprovechada y marrullera que intenta sobrevivir como puede en el Londres de Carlos Estuardo, saliendo indemne del gran incendio de Londres de 1666 y de la gran plaga de peste bubónica. Amber utiliza a los hombres y a todo el que queda a su alcance para salir de la pobreza y subir en el escalafón social, con una frialdad apabullante y que, como siempre en la vida, le pasará factura.

Cuando las protas no son físicamente atractivas

Cada vez más se ven diferentes tipos de mujer en las novelas románticas. Mujeres reales, con características reales: altas, bajas, carnosas, flacas, patosas, atléticas, con celulitis… Un abanico mucho más amplio que la protagonista de belleza dulce, cuerpo bonito, manos pequeñas y voz suave, ese que representará a un porcentaje de la población bastante más bajo del que se refleja en la literatura.

Una de las precursoras fue Bridget Jones, de la que hablé hace poco en el blog. Rompió con todo al presentar a un personaje eternamente a dieta, fumador, inseguro y sin ningún sentido del ridículo, entrañable como pocos. Con ella, nos adentramos en la vida de mujeres treintañeras normales, esas que no tienen un trabajo estupendo ni les cabe toda la ropa que quisieran. La de la mayoría de los mortales, y aderezada con mucho humor.

Otra protagonista fantástica es Martina, de Totalmente imperfectos (Raquel Antúnez). Una mujer sexy, divertida, imagen y comercial de una tienda de ropa para mujeres de tallas grandes. La historia con su entrenador del gimnasio es genial, pero lo importante es el mensaje de sentirte bien contigo misma. El personaje tiene una evolución muy bonita y muy coherente con la historia que desarrolla.

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Comedia romántica con una protagonista estupenda y un poco locuela

En cuanto a lo estéticamente bello, me cuesta encontrar alguna novela romántica donde la protagonista no tenga aunque sea un rasgo bonito. ¿No nos gusta leer sobre alguien que no encandila con su aspecto? ¿Necesitamos que las protagonistas tengan siempre algo que podamos declarar como atractivo? Y en los hombres es peor, pero eso da para otra entrada y blog de las largas.

Así que toca entonar el mea culpa: es verdad que con estas novelas nos evadimos a un mundo ideal donde todos son ideales, pero ¿no deberíamos tener las escritoras la responsabilidad de crear personajes que no necesariamente entren por los ojos? Porque el mundo real es así. Somos más los imperfectos que los perfectos. Y si fuera por la novela romántica, solo los guapos y tiposos conseguirían pareja. Y la vida que nos rodea no refleja esto.

Por último quiero pedirte un favor, autora, si me estás leyendo: no caigas en el tópico de “chica con sobrepeso que cuando adelgaza es cuando consigue sus objetivos”. Si adelgaza, es por salud. Por sentirse bien ella. Pero eso no debe llevar aparejado el éxito social. Hay muchas enfermedades peligrosas asociadas con todo este mundo, y que no hay que tomarse a la ligera.

Y es que si la realidad es que las mujeres nos sentimos inseguras por no tener el físico perfecto, o aceptable por la sociedad, nosotras las escritoras tenemos un arma poderosa en la mano para tratar de normalizar la diversidad. No dibujar personajes que se sienten inseguras por su físico. Si lo están, si no se sienten bien consigo mismas, que sea por otra cosa.

Las demasiado perfectas

Dicen que la perfección aburre, y yo diría que la extrema perfección provoca rechazo. Eso ocurre con esas protagonistas que son tan tan tan increíblemente divinas, seguras y suertudas, que no te dan ganas de seguir leyendo sobre ellas.

Pero ¡ah!, ese momento en el que su perfección empieza a agrietarse y a caerse a trozos afilados. Ahí sentimos un malvado regocijo y nos frotamos las manos con las miserias que vamos descubriendo de la antaño golden girl. Ejemplo de esto puede ser el personaje de Reese Whiterspoon en la serie Big little lies, esa abeja reina que todo lo controla con una sonrisa de dientes blanquísimos, y que, en el fondo, tiene una vida que se tambalea poco a poco.

Personalmente, soy más fan de los dos primeros tipos de imperfecciones que de esta última, pero es un tipo muy interesante tanto para leer como para escribir, ya que la deconstrucción de un personaje siempre es fascinante y engancha muchísimo.

Conclusión

La imperfección es la tónica general del mundo, e incluso en la imperfección está la belleza. No en vano dicen que los ramos de flores siempre se tienen que hacer con varas de flores impares para acrecentar su encanto. Y aunque tendamos a favorecer a personajes con labios turgentes, pelo sedoso y pestañas tupidas, démosle la oportunidad también a las narices grandes, los portes desgarbados y los muslos que se rozan. Eso también forma parte de la vida, más que el thigh gap (sí, ese túnel del viento entre los muslos que parece ser aspiracional) o todo aquello que desafíe la gravedad pasados los cuarenta.

Me encantaría que me contases tus protagonistas imperfectas preferidas, ¿coincidimos en alguna? ¡Feliz semana, romántica, y nos vemos la semana que viene!

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4 comentarios en «¿Por qué no hay más protagonistas imperfectas en novela romántica?»

  1. Que las protagonistas tengan al menos un rasgo bonito, es como la vida misma: todos tenemos al menos algo bonito. Si no son nuestras piernas serán nuestros ojos o nuestro pelo, o nuestra forma de ser o inteligencia. Solo que a veces somos muy exigentes con nuestra imagen y nuestro carácter y no lo vemos, pero los demás sí.

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    • Sí, siempre hay algo bonito en cualquier persona. Ya sea la mirada, la voz, la forma de expresarse… Pero la tendencia en protagonistas de romántica es que sea todo maravilloso y perfecto, y te diré que al escribir esta entrada de blog, me he parado a pensar en las mías en particular. Así que la que tengo entre manos, no será tan perfecta (ya por carácter es bastante borde, eso ya lo trae de serie jeje). ¡Gracias por comentar, Ana!

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    • A mí me gusta la variedad en los protagonistas. Y cuantos más complejos, mejor. Quizá ya busco otras cosas que no las historias típicas, y ahí me casan perfectamente las protas frías, por ejemplo. Gracias por leerme, Gaby, ¡y más por comentar!

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