Helen Rytkönen

Helen Rytkönen

Perseverancia y constancia: 2 palabras mágicas para enfocarte como escritora

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Reconozco que perseverancia y constancia nunca han estado en mi vocabulario habitual. Soy de esas personas que se han salvado y han progresado no por ser pico y pala, precisamente. Por eso, siempre admiré a aquellos que, con fuerza de voluntad, eran capaces de cosas que yo solo miraba de reojo.

Cuando estudiaba, recuerdo que mis amigas eran las que iban a clases particulares, tomaban unos apuntes estupendos y todos los días se machacaban en la biblioteca de la facultad. A mí siempre me gustó más el mundo de la cafetería y de las cervezas en los bares estudiantiles. Pero luego era yo la que aprobaba con los apuntes de ellas, y como me funcionaba, nunca pensé en cambiar.

En el mundo laboral, veía con cierta envidia cuando la gente leía sobre la temática de mi trabajo: comportamientos de compra del consumidor, las motivaciones de los usuarios o cualquier cosa que tuviese que ver con el marketing. Se formaban, aprendían, mejoraban. A mí nunca me apeteció leer sobre aquello: prefería sumergirme en novelas de suspense o de amor, no en aquellos textos áridos que, total, luego podía consultar en Google.

O cuando la gente se tomaba como personales proyectos del trabajo, tanto que sufrían por ellos. Sí, yo también me esforzaba por liderar con éxito mis proyectos, pero en el fondo sabía que no era dueña de aquella empresa y que, solo por salud mental, debía sentir cierto desapego.

En resumen: nunca nada me motivó lo suficiente como para establecer disciplinas, rutinas y hábitos.

Todo cambió cuando fui madre y tuve que incorporar esas normas y rutinas de golpe. Y, por primera vez, lo hacía feliz. El tener unos horarios y unas directrices fue algo natural que abracé con alegría, porque estaba inmersa en el mejor y más importante proyecto de mi vida. En ese momento no sabía que me estaba preparando para una nueva etapa, y no solo por los niños.

Aquel cambio mental iba a desembocar en que, tras lanzar mi segunda historia (la novela romántica corta Lo que nos dijo la tormenta), tuviese que decidir si iba a ser escritora por hobby o una escritora realmente emprendedora. De las que manejan su carrera como un modelo de negocio basado en lo más las apasiona: escribir.

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La pasión por escribir mueve montañas y también conductas aprendidas.

Nunca hubiese imaginado que cuando el famoso clic resonó en mi mente y decidí que lo iba a intentar, que nada me podría parar en mi camino hacia poder vivir de la literatura, todo mi ser fuese a acoger a la perseverancia y constancia como mi nuevo mantra. O como mis nuevas mejores amigas, esas que hacen que mi entorno me pregunte cómo soy capaz de hacer tantas cosas a la vez. Sí, yo, esa que antes se iba por las tardes de compras y que ahora hace mil cosas en ese mismo tiempo.

He llegado a la conclusión que cuando realmente quieres algo, todo tu ser se enfoca en trabajar para conseguirlo. Y ahí afloran habilidades y actitudes que quizá antes jamás hubiese imaginado.

¿Te cuento un poco más sobre ellas?

Perseverancia y constancia para ser visible

Desde que publiqué mi primera novela (Desde el rompeolas, 2019) hasta que entendí cómo tenía que trabajar para crear una audiencia y conseguir lectoras, pasó un año y pico en el que fui probando diferentes cosas: abrí las redes, empecé a hacer un tímido networking y probé con alguna promoción. Nada demasiado reseñable, algo muy estándar dentro del marketing digital.

Una vez decidí que quería empezar a ganar visibilidad, supe que tenía que poner toda la carne en el asador. Estos fueron mis principales focos de trabajo:

  • Calendario editorial en redes: determiné mis ejes de contenidos y, con ello, comencé a publicar en las redes con mayor frecuencia. Usar diferentes formatos, fomentar la interacción y sorprender con los contenidos empezó a hacerme ganar visibilidad, sobre todo cuando incorporé los directos. Al principio lo hacía a salto de mata, pero luego aprendí a calendarizar y a poner orden.
  • Networking: empecé a conocer a reseñadoras y otras escritoras con las que poco a poco he hecho comunidad. El principal beneficio es hacer nuevas amistades con las que compartes una gran pasión, y si además te leen y te reseñan, pues maravilloso.
  • Estrategias de lanzamiento: adapté las estrategias que he utilizado en mi carrera profesional a los libros. He ido probando, descartando, mejorando y desarrollando nuevas palancas para hacer que cuando lance un libro, tenga los mejores resultados posibles.
  • Web y blog: el siguiente paso fue hacer mi casa virtual fuera del imperio Zuckerberg. Nunca pensé que sería capaz de escribir entradas de blog todas las semanas, pero tengo muy claro que es un objetivo prioritario y mis nuevas amigas (perseverancia y constancia) no me dejan decaer.
  • Productividad: cuando te lías con tantas cosas, hay que saber organizarse. Por ello, aprender de cómo sacar partido al tiempo es clave, como en el estupendo libro de Ana González Duque Productividad para escritores.
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Un libro que te ayudará a encaminar tus recién descubiertas habilidades.

Preparar e implementar todo esto no habría sido posible sin una fuerza mayor que te dice que, aunque te estés muriendo del sueño, vale la pena ganar tranquilidad para las siguientes semanas.

Herramientas fáciles que marcan la diferencia

Seguro que has leído el apartado anterior y te has agobiado un poco. Son muchas cosas que tienes que compaginar con tu trabajo nutricional, tu familia y tus otros hobbies, si los tienes. ¿Cómo hacer todo esto?

Hay herramientas que pueden echarte una mano para automatizar muchas cosas. Sí, te lo tienes que currar antes, no te voy a decir que no. Probablemente tengas que hacer una sentada larga para preparar los materiales. Pero una vez que los tienes, solo es meterlos en las herramientas y te olvidas.

Por ejemplo, para publicar en Instagram y Facebook, yo utilizo el Creator Studio de Facebook. Hoy mismo subí las próximas tres semanas de contenidos y ya me puedo ir de vacaciones tranquila. Eso sí, lleva un trabajo previo: primero decidir las temáticas, luego hacer los visuales en Canva, escribir los textos en un word, decidir los hashtags de cada publicación y, al final, subirlos a la herramienta.

Otras escritoras utilizan Metricool para programar porque también puedes meter Twitter y Pinterest. Yo no tengo Twitter como red prioritaria así que no lo uso, pero sé que es muy útil e intuitivo para automatizar toda esta parte.

En cuanto al blog, pocas veces he sido capaz de escribir varios posts de golpe, suelo hacerlos semanalmente. Pero lo que sí que organizo es la temática. Cada seis meses busco los temas sobre los que voy a escribir e identifico las palabras clave que me van a ayudar a posicionarme en SEO. Esto lo hago con una aplicación que se llama Keywords Everywhere, y así puedo elegir esas palabras clave que construyen poco a poco mi lugar dentro de los blogs de novela romántica.

Parece un rollo, pero puedo decirte que desde que lo hago así, he pasado de quinta página de Google a pivotar entre la primera y la segunda, todo un triunfo para alguien que hace un año se escalofriaba de disgusto al pensar que tenía que generar contenido para un blog.

Otra herramienta útil y muy común es el Google Calendar. Si lo usas bien, lograrás hacer más tareas de las que pensabas y tu productividad aumentará exponencialmente. El método de bloquear cajitas de tiempo para cada cosa es muy muy efectivo, pero también te digo que si tu trabajo nutricional es muy demandante, o tienes picos de trabajo agudos, habrá momentos donde no puedas llevarlo a cabo.

Pero como ningún mal dura cien años (o como sea el refrán, que siempre los reviento), podrás volver a la rutina de adjudicar un tiempo concreto a cada tarea. Por experiencia propia, te diré que es liberador saber que no vas a tener que ocuparte de determinado tema hasta pasado mañana a las 12, y que resolverás otros temas antes tal y como te habías organizado.

No te olvides de medir resultados

La constancia y perseverancia pueden deshincharse si, de pronto, no sabes hacia dónde vas. Cuando tienes una meta clara desmenuzada en pequeños objetivos mensuales, te llenas de energía y de ganas y nadie te podrá parar.

Pero para saber hacia dónde vas, tienes que saber dónde estás ahora. Por eso te aconsejo que todo lo que hagas, lo midas. ¿Y qué significa esto? Pues que hagas seguimiento a todo eso que estás implementando.

Por ejemplo, si has puesto en marcha un nuevo calendario de redes, ve apuntando si aumenta tu alcance, tus interacciones y tus seguidores. Si alguna de las métricas va mal, tendrás que ver dónde estás fallando para corregirlo. Y ahí entran en juego tus nuevas habilidades que harán que no te frustres sino que lo veas como una oportunidad de mejora.

Poco a poco irás incorporando el hábito de medir esos objetivos que te pones mensualmente. Trazarás planes alternativos para intentar corregir desviaciones y, sobre todo, disfrutarás de la satisfacción que da alcanzar lo que tenías en mente, gracias a esas dos nuevas amigas que has conocido por el camino.

Espero que te haya resultado interesante este post, escritora, y que empieces a hacer amistad con las dos cosas que harán que progreses en tu senda literaria. Cuéntame, ¿eres más de procrastinar o tienes tus rutinas y hábitos bien implementados? ¡Hasta la semana que viene, romántica!

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